martes, 1 de diciembre de 2020

Encerrado en mi jaula

 En el estupor de una batalla, te escribí un bello poema. Con lágrimas saladas como tinta imborrable. Con mis labios buscando en el horizonte tu dulce piel. 

Sin poder medir cuánto te echo de menos, la inmensidad de un sentimiento vacío nace en mi pecho y se vuelve infinito. Una minúscula chispa de lo que fue una enorme llama no es suficiente para alimentar un corazón herido. 

Mis manos tiemblan sin pedir perdón. Mis sueños despiertan entre lamentos de dolor. Varias son las veces que me lamento. Varias las estrellas que siempre cuento. 

Abandonado en la oscuridad, no me encuentro. No reconozco a quien se presenta al otro lado del espejo. Sentado en mi escombros ya no recuerdo un sol brillante, solo quiero dormir y que todo acabe. 



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