viernes, 18 de diciembre de 2020

Promesa de arena

El viejo pescador miraba al horizonte como si su añorada juventud residiese allí. Pensó en todas las veces que había visto morir el sol engullido por aquellas aguas. Preciosa despedida que se escondió tras unas leves nubes añorando protagonismo. La arena envolvió sus pies que acabaron por acostumbrarse al desgarrador frío que excitaba sus sentidos. 

El viejo pescador recordó la primera vez que pisó aquella playa con su precioso tesoro, de apenas unas semanas de vida, en brazos. Los días se escurrieron por el calendario, poco a poco, apenas imperceptible el juego del tiempo. También recordó sus primeros pasos en aquella arena, sus primeras carreras y sus primeros juegos interminables. 

Pero los recuerdos se volvieron oscuros y enturbiaron su agrietado rostro con lágrimas. Volvió a vivir el último día que lo vio con vida. El viejo pescador se hacía a la mar y en aquella misma arena, le prometió a su tesoro que pronto se volverían a ver justo en aquel punto. 

Pero al regresar el viejo pescador, solo le esperaba la atroz soledad. Supo que día a día, su tesoro lo estuvo esperando incansable. Pero su vida se apagó tan rápido como había vivido y su cuerpo no pudo aguantar hasta que llegase. Y desde ese mismo día, el pescador vuelve al mismo punto donde su tesoro lo esperó, deseando volver a verlo, deseando poder cumplir la irrompible promesa de las que aquella arena fue testigo. 


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