miércoles, 9 de diciembre de 2020

Lágrimas

 En el alma de una profunda lágrima, un sentimiento se escondió. Cansado de huir, agotado de sufrir, sintió el calor de aquellas paredes y allí mismo anidó.

La lágrima, cansada de sentirse vacía, de no encontrar un sentido, de ver siempre el mismo reflejo triste en el el espejo, no dijo nada. Dejó que el sentimiento anidara y así desterrar al exilio la palabra soledad. 

Un día normal en un mes típico, algo inusual llamó su atención. Un profundo dolor se rompió a sus pies y la lágrima decidió acudir rauda. El dolor ocultó su mirada al verla llegar, y sin dejar de gritar dijo. 

- No quiero que vengas a consolarme. Quiero esparcirme en la soledad - la lágrima lo miró con eterna compasión. Se acercó lentamente y le susurró al oído.

- Entiendo lo mal que te encuentras, pero seguro que gracias a mí te sientes mejor.

- ¿Por qué estás tan segura? Solo eres una gota de agua salada. Vas a acabar con tu vida derramándote en mí.

- Porque en mí reside un bonito sentimiento que te demostrará que no estás solo, que a alguien le importas. Moriré en tu superficie para aliviar toda la presión que sientes sobre tus hombros y podrás volver a sonreír. 

 El dolor sintió a la lágrima abrazar su piel y como el sentimiento se alojaba en él. No curó sus heridas, no resolvió problemas, pero pronto empezó a ver que todo camino tiene su bache y que él había caído en uno muy profundo. Ya solo le quedaba la difícil tarea de  salir para volver a avanzar. 






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