jueves, 9 de abril de 2020

Abra cadabra

El joven mago nunca supo mentir. Por eso, cuando le preguntaba cual era el secreto de sus trucos no podía evitar decir la verdad.

Todos sus compañeros de profesión le daban la espalda y no le querían enseñar trucos nuevos así que el joven mago cada vez tenía menos trabajo.

Un día empezó a actuar en la esquina de la vieja calle que llegaba hasta palacio real. Ojos curiosos de niños sorprendidos empezaron a observar los trucos del joven mago. Pero aquello duró poco, ya que los padres también de acercaron y la burla sustituyó a la sorpresa.

El primer tomate que le lanzaron le hizo daño en un ojo, pero más le dolió el orgullo al ver los dedos apuntando hacia él y las carcajadas ofensivas que continuaron.

No pudo reprimir las lágrimas y un deseo de abandonar aquel reino se encendió en su interior. Pero pronto todo el mundo se cayó y se abrió un respetuoso pasillo por el que una figura gallarda se acercaba ante él.

"Hola joven mago". Escuchó que le dijo con una voz grave pero dulce. "He visto tu número de magia y me gusta mucho cómo lo haces y cómo entretienes a los niños. Quiero contratarte como mago real para que actúes delante de los niños de la corte".

Una oleada de sorpresa recorrió a la muchedumbre que poco antes se había estado riendo. El joven mago levantó la frente con orgullo y aceptó el trabajo ofrecido.

Así que ya sabéis amigos. No importa que se burlen de lo que te gusta hacer en la vida si es tu pasión y lo que realmente te gusta. Porque quizás no es que no sepas hacerlo, es que no actuas delante del público adecuado.

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