La última vez que lo vi llevaba una sonrisa en la cara que adornaba con una canción. Era la definición pura de la felicidad.
Saltó aquel charco, escaló aquella roca y desde lo alto gritó todo lo fuerte que sus pulmones le permitieron. Desde allí saltó sobre el charco que antes había esquivado y se puso a bailar.
Nadie se atrevía a preguntarle qué le ocurría por si la locura habitaba en él. Pronto un coro de gente aplaudía su baile contagioso, y los pequeños bailaban a su alrededor.
Cansado y sin apenas aliento dió las gracias a todos por sus aplausos y siguió ese sendero. No lo hemos vuelto a ver. ¿Puedo preguntar quién es y qué le ocurre?
Se llama Cordura. Es sensato y nada soñador, estable y cauteloso rige nuestras vidas y toma las decisiones más difíciles para guiarnos.
¿Y qué le ha pasado?
Se ha enamorado...
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