lunes, 27 de abril de 2020

Mi lucha

Cansado de luchar cada día sin motivo. Agotado de remar contracorriente y no conseguir moverte del sitio. Asustado al ver como las arrugas van dibujando surcos en tus manos.

Intentas arrojar la toalla, pero un nuevo día nace y te vuelves a colocar la armadura. Será otro día duro en una batalla que no es la tuya. Respiración profunda, concentración de sentidos. Sabes que todo puede cambiar pero sin duda todo seguirá igual. 

Con el alma en los pies llega el momento del descanso de tu cuerpo, pero tu mente no lo va a permitir. Noches en vela temiendo al monstruo que se abriga con la oscuridad. Ese monstruo que tu mente ha creado y que te pellizca el estómago. Otra noche con la firme intención de abandonar, otra mañana en la que no te atreverás.

Pero todo cambió cuando unos cascabeles te miraron y una sonrisa sin dientes dibujó un cálido manto en tu corazón. Supiste que llegó el momento de afilar tus armas, de sacar brillo a tu escudo. De practicar reverencias a un nuevo Rey.

Cómo abrazar algo tan chico puede hacerte sentir tan grande. Cómo un abuso tan egoísta puede llenar tantos huecos. Cómo un segundo contigo escapa de tus manos sin poder saborearlo y sin ti martillea tus sentidos.

Una y otra vez vuelves a bañar tus pupilas con su esencia. Una y otra vez intentas no sonreír pero nunca ganas. Una y otra vez lo dejas todo por él. Hoy la vida puede esperar, las batallas ya dan igual, porque hoy volveré a verte y todo volverá a tener sentido. 


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