lunes, 13 de abril de 2020

Eterno

Los dos hermanos se llevaban apenas un año de diferencia. Los dos habían recibido la misma educación pero eran totalmente diferentes. Alegre y risueño uno, serio y pensativo el otro.

El menor de los dos pronto desarrolló una malsana obsesión por la inmortalidad. Investigó e investigó y siempre llegaba a la misma conclusión. No se puede ser inmortal. 

El mayor le decía "si haces lo mismo que yo, conseguirás ser inmortal". Pero estaba todo el día con sus amigos, o se iba a ayudar a gente mayor, o se encerraba a estudiar para sacar las mejores notas en clase. "¿Cómo demonios iba a ser inmortal haciendo lo que todos hacen?" Pensó el pequeño. 

En una ocasión, salió un artículo sobre un monje que había descubierto el secreto de la inmortalidad en las lejanas montañas del Tíbet. Nada más llegar allí, el pequeño descubrió que había sido un engaño de la revista ya que no existía dicho monje y nadie de la revista había visitado el lugar. Con cada decepción de volvía más hosco y se alejaba cada vez más del mundo.

Los años pasaron tan rápido. Sentados en el patio del geriátrico le preguntó el hermano mayor al pequeño:

- Hermano ¿Por qué quieres ser inmortal? Has desperdiciado una vida en ser eterno. No te he visto disfrutar ni un solo día. ¿Que ibas a hacer si fueses inmortal? - el hermano pequeño agachó la cabeza derrotado y preguntó. 

- Una vez me dijiste que si hacía lo mismo que tú sería inmortal, sin embargo aquí estás, marchitándote como yo. ¿Te reíste de mí?

- No hermano, no me reí de ti. Yo ya soy inmortal. He ayudado a todo el que he podido desde muy pequeño, por lo que esa gente y sus familiares siempre hablarán bien de mí. He sido el único presidente del país querido por todos, por lo que saldré en los libros de historia que luego estudiarán los pequeños. Le han puesto mi nombre a una de las calles más importantes de la ciudad, por lo que los turistas que vengan a visitarnos pronunciarán mi nombre... Ya ves hermano, me seguirán recordando más allá de mis hijos y mis nietos. Ya soy inmortal. 

El hermano pequeño sonrió con la mirada llena de ilusión. El mayor preguntó de qué se reía a lo que le respondió "yo también soy inmortal, siempre seré el hermano de uno de los mejores hombres que ha dado esta ciudad".



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