viernes, 10 de abril de 2020

Mi espina clavada en el corazón

Te odio, porque tuve que aprender a madurar yo solo. Teniendo que enfrentarme a la jungla de la vida sin un referente, me sentí devorado.

Te odio, porque me invadió un sentimiento de abandono infinito cuando te fuiste de mi lado y de nada sirvieron mis besos, mis abrazos y decirte que te quería.

Te odio, porque me sentí una figura de porcelana que se rompía delante de tantos ojos ajenos. Lágrimas que dejaron un surco en mi alma, ya no puedo llorar más.

Te odio, porque cada día tu recuerdo se planta delante de mis ojos y me apuñala el corazón. Encogido solo busco estar solo.

Te odio, porque apenas recuerdo tu voz y tu olor y me siento culpable. El sentido de tu tacto es lo que más me duele haber perdido.

Te odio, porque sé que a veces no me porté bien contigo y no me diste la oportunidad de redimirme. Ahora que no te lo puedo decir, te quiero pedir perdón.

Te odio, porque no dejo de llorar mientras escribo ésto y ya no sé qué demonios hacer para superar que no vas a regresar.

Te odio, porque no te voy a poder presentar a mi hijo. La imagen de verte jugar con él me roba una sonrisa con un poso de tristeza.

Te odio, porque una fría piedra de mármol se convirtió en un muro infranqueable entre tú y yo. Y ya sólo puedo verte en un trozo de papel donde nunca envejeces.

Te odio porque te quiero con toda mi alma...


No hay comentarios:

Publicar un comentario