lunes, 3 de agosto de 2020

No la escuches

A la sombra de un infierno abría los ojos diariamente. Miedo a respirar más fuerte de lo debido con tal de no despertar al diablo esquizofrénico. Sin saber en qué madriguera esconderme busqué consuelo en una justicia que creí divina.

Inmunidad soberbia que destruía mis capas de inocencia. Palabras que agotan mi enfado pero que no cubren una herida que realmente me hizo daño. La palabra olvido tantas veces repetida. Aquí tienes tu comodidad, sustentada por mis cicatrices.  ¿No te das cuenta que el silencio no es la solución? ¿Acaso no ves que no soy yo quién tiene que pedir perdón?

Odio al odio que nace en mí, pero es solo un sistema de defensa que me has obligado a construir. Jamás quise utilizar la fuerza pero miro mis manos, tiemblan. 

Vuelvo a tus faldas con la maldad  ensañándose con mi rostro. No me duele tanto como tu venda en los ojos. ¿Acaso no ves que soy un títere con sentimientos? Sigo sin comprender que el egoísmo se esconda tan profundo en tu cuerpo. 

Y aquí está, el rencor sin remedio. Ha nacido a la sombra de tu anhelo. Nunca me sentí protegido cuando más débil era. Nunca sentí la justicia mientras me bañaba en las lagunas del dolor. 

Siento que ya nunca seré el que podía haber sido. Tus malas decisiones son una estela que nunca se ha perdido. Notoria es la falta de seguridad, más preocupada en que nadie sacase la cabeza por encima de la tuya, olvidaste un trabajo que nunca realizaste.

Ya no te puedo ver con mirada sincera. Mis palabras serán secuestradas por el rencor que a cada latido mi alma recuerda. Te quiero porque es mi deber, pero no pidas más de lo que la vida me obliga. Intentaste coser heridas con saliva, ahora no te necesito, quédate con tu comodidad que total, es lo único que has buscado toda tu vida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario