viernes, 21 de agosto de 2020

El temor del fantasma

De nuevo el mismo sueño. La misma escena familiar en un sitio desconocido. La misma sonrisa entrañable dibujada en un rostro querido y la sensación de plenitud contrastaba con el vacío diario. Las mismas palabras de siempre y de nuevo las ganas encadenadas sin motivo aparente de querer abrazarte, pero nunca llega. Los años han caído sin descanso desde tu accidente y solo en mis sueños puedo volver a verte. Maldito despertador que arruinas mi momento. 

Me levanto y ahí está mi imagen en el espejo hablando de cansancio, suplicando cuidado. Pero mis ojos no dejan de recordar el sueño que cada noche regresa a mí. Te miro y suspiro. Te hablo y me vacío, pero nunca llego al momento en el que me quiero despedir de ti. Tan rápida fue tu partida. Tan injusta fue la vida que solo quiero regresar y acabar diciéndote lo que nunca pude.

Ahogado en la desesperación, otra noche más en la que el sueño me visita. No sé cuánto más puedo aguantar, sin duda es la perversión del destino. Antes de mirarte a los ojos y despedirte hacia lo eterno todo se rompe en mil pedazos y vuelvo a no poder volcar mi cariño en tu alma. 

Sin meditarlo dos veces me dejo seducir por la radicalidad. Varias pastillas se alojan en mi estómago y esta vez no me voy a despertar tan fácilmente. De nuevo el mismo escenario y tu imagen inunda mis ojos, pero esta vez tu mirada es diferente.

 - ¿Qué has hecho hijo mío?
 - Me he tomado unas pastillas para poder dormir y así no despertar antes de tiempo. 
 - Tu ansiedad se ha convertido en locura. Has ingerido demasiadas pastillas y puede que tu sueño sea demasiado profundo. 
 - Pero yo solo quería dormir lo suficiente como para poder despedirme de ti. Para poder abrazarte y decirte que nunca te voy a olvidar.
 - Hijo mío, no eras tú el que se despertaba, era yo el que se iba. No quiero escuchar tu despedida pues yo también siento miedo de no volver a verte. Así cada noche tengo una excusa para que me recibas en tus sueños. Yo también deseo tus abrazos y volverte a sentir. Pero que no me puedas ver no quiere decir que no esté a cada minuto contigo, cuidándote, queriéndote. 

Nos abrazamos entre una lluvia de lágrimas y nos intercambiamos el cariño que nos debíamos. Esta vez sí pude decirte "te quiero" pero no me despedí porque así volvería a verte. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario