martes, 13 de octubre de 2020

Cruel locura

Lucas iba paseando por el camino de siempre a la hora de cada día. Cuando de repente escuchó una voz que le dijo "¿Dónde vas?". Lucas se giró pero no vio a nadie. Estaba totalmente solo y sin embargo había oído tan nítidamente esa frase. Continuó andando convenciéndose del error que no había cometido.

Con total normalidad prosiguió el camino divagando entre recuerdos dispares. Y de nuevo la misma voz que volvía a decir "¿Dónde vas?". Lucas, malhumorado, se giró raudo y gritó.

- ¿Quién está ahí? ¿Qué quieres?

- ¿Enserio no me reconoces? Vaya, creí que había sido más importante en tu vida.

- ¿Importante en mi vida? Déjate ver - dijo lucas cada vez más nervioso. 

- Nunca me has visto y nunca me verás, porque estoy en tu mente. No soy tangible. 

- Me estás dando miedo

- Algunos psiquiatras me han llamado enfermedad mental, esquizofrenia creo que es el nombre que me dieron. Y la verdad es que me gusta, es un nombre con personalidad 

- No sé de qué me estás hablando. Nunca he hablado contigo antes y quiero que me dejes en paz. 

- Vaya,  debieron hacer un gran trabajo contigo para conseguir que me olvidases. Me pregunto qué medicación te dieron. ¿Ya no recuerdas a María? La vecina del tercero con la que tanto nos divertimos. Lástima que se muriese tan pronto.

A Paco le vino una ola de recuerdos tan dolorosa que se arrodilló en el suelo con la cara envuelta en lágrimas. Empezó a recordar a María, su vecina de cinco años a la que torturó cruelmente hasta que murió. Aún recordaba sus gritos que lo horrorizaba, pero a la voz de su cabeza le encantaba. También recordaba a Tomás, un niño de cuatro años que utilizó de pelota de fútbol durante una tarde entera. No lo pudo aguantar y tuvo hemorragias internas. También recuerda a su madre, la cual degolló una tarde porque no le dejó encender la televisión hasta que no hubiese ordenado su cuarto... Eso explica porqué su padre lo mira siempre con ese poso de tristeza. 

- Veo que ya me recuerdas, me encanta. Tengo ganas de disfrutar un poco, mira que grupo de niños hay allí jugando con la pelota.

- Eres un monstruo, no voy a consentir...

- ¿Qué no me vas a consentir? - interrumpió la voz provocándole un dolor agudo de cabeza - aquí el que manda soy yo. Acércate a esos niños.

Sin poder evitarlo, Lucas se acercó al grupo de niños mientras escuchaba la voz reír. Dios mío, la pesadilla se repetía y Lucas no sabía qué hacer. No quería volver a mirar a nadie a los ojos mientras veía como la vida se le iba apagando lentamente. Cada vez más cerca de ellos, no sabía qué hacer y el tiempo se acababa. Buscando una solución desesperadamente, decidió salir corriendo y saltar por un mirador desde el que se podía ver el atardecer que bañaba el valle. La voz no paraba de gritar y maldecir la decisión que Lucas había tomado. Él cerró los ojos y sintió paz al saber que le había salvado la vida a todos esos niños y a los que iban a venir después que ellos. Lucas murió aquella tarde haciendo un acto heroico que nadie sabría.


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