Amasado en un diminuto segundo que apenas pude paladear, entiendo lo que el destino me lleva gritando desde hace tanto tiempo. Pero siempre quise perder el sentido de la coherencia.
Sube la energía que enciende las lejanas llamas de lo que un día fue un deseo. Ese al que ahora me arrimo para que caliente mis futuros sueños. Sabe que me muestro indefenso ante su grandeza. Sabe que no tengo armas ante su mirada. Sabe que me tiene y que mis únicos pasos llevarán el nombre de mi felicidad.
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