jueves, 1 de octubre de 2020

El coche de juguete

 Alberto era un niño muy cariñoso y extrovertido. Siempre inventado juegos, animaba a todos los que le rodeaban a jugar y divertirse con él. La alegría tenía su rostro. 

Su mayor devoción era su padre. La persona más fuerte y valiente, según Alberto. Siempre a la misma hora, Alberto esperaba impaciente a que su padre llegase de trabajar para jugar un rato con él antes de cenar. Concursos, gymkanas, bailes... Todo valía en su fantástico mundo de juegos. Pero tenían uno favorito. Un día, su padre cogió un coche de juguete y lo escondió. Alberto tenía que encontrarlo y volverlo a esconder para que su padre lo buscase. Quién tardase menos días en encontrarlo, ganaba. 

Cierto día, Alberto vio a su madre llorar y sintió miedo. Nunca la había visto así y no sabía qué hacer. Mucha gente empezó a llegar a su casa. Su abuelo llegó con una mirada extraña, lo abrazó apretando más de lo normal y le dijo "vamos a tu cuarto a jugar". Pero Alberto no quería jugar. Permanecieron los dos sentados en el filo de la cama, mirando al vacío mientras escuchaban los llantos de su madre al otro lado de la pared. 

Alberto salió de la habitación y se cruzó con su madre por el pasillo. "Mamá, ¿Qué ocurre?" Preguntó Alberto mientras su madre apenas lo miraba. Sin darse cuenta, ya era la hora de llegar de su padre y se acercó a la puerta de entrada. Al acercarse, su padre ya estaba esperándolo. 

- Papá, papá. Qué alegría verte. Mira cuánta gente ha venido hoy 

- Ya veo hijo mío. 

- ¿Qué le pasa a mamá? No ha dejado de llorar y no me quiere decir qué le pasa. 

- No se lo tengas en cuenta. Ha pasado una cosa y ahora mismo siente mucho dolor. Alberto, tengo que hablar contigo - le dijo su padre mientras se colocaba a la altura de sus ojos y lo cogía por los hombros - debes ser un niño muy fuerte, mamá te va a necesitar y debes ser su apoyo incondicional, pase lo que pase. Ella también será el tuyo. 

- Papá. Me estás asustando. 

- No tengas miedo hijo mío. Mira, aquí tienes el coche con el que jugamos. Úsalo cada vez que necesites recordarme o sentirme cerca. Siempre voy a cuidarte. Sé valiente y honesto. Que no te dé miedo llorar, olvídate de esas tonterías de que los niños no lloran y pórtate bien con mamá. Recuerda que ella siempre va a querer lo mejor para ti. Ahora me tengo que ir, recuerda que te quiero como nunca he querido a nadie. Gracias por haberme hecho sentir tan pleno. Y regálame una última sonrisa.

Alberto sintió el abrazo de su padre durante unos segundos. cuando abrió los ojos ya había desaparecido. En ese momento su madre lo llamó fingiendo entereza. Arropada por los abuelos cogió a Alberto de las manos y le dijo. 

- Alberto hijo mío, ha ocurrido una cosa muy grave - las lágrimas ahogaron su voz - papá ha salido esta mañana a trabajar y ha sufrido un accidente. No va a volver nunca más...

Alberto y su madre se fundieron en un abrazo inundado de lágrimas sin saber que su padre los miraba desde el otro lado de la vida. Ese día, Alberto se despidió de la niñez apretando un coche de juguete entre sus manos. 





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